El Anticristo, de Friedrich Nietzsche (1)
análisis personal de las bases teóricas de la obra planteadas por el autor
Realizar un análisis literario completo sobre esta obra sería una falta de respeto hacia su autor y hacia la complejidad de la misma. No omito la posibilidad de realizarlo en algún punto del futuro, pero aún me falta mucho por leer y por aprender para poder hacerlo ahora.
Sin embargo, quisiera mencionar algunas ideas que me parece relevante colocar sobre la mesa para fomentar una conversación capaz de asimilar y digerir de manera efectiva. He de recordarles, queridos lectores, que en la traducción al español se pierde cierta esencia que únicamente se encuentra en el idioma original; no ha de ser impedimento para averiguar el significado oculto detrás de estas palabras.
Ahora sí, el libro.
El Anticristo es un texto que alega contra la moral contemporánea y contra todos sus temibles causantes; política, religión, ética, son algunos ejemplos de las víctimas del autor. Nietzsche realiza un manifesto en el que argumenta la causa del falso progresismo en la sociedad contemporánea, y expone ante el mundo a la única responsable de la decadencia humana: la religión cristiana. Sin duda una obra que vale la pena apreciar detenidamente cuya lectura requiere templanza y animosidad de carácter.
Nietzsche comienza el prólogo de su obra haciendo saber al lector un punto muy importante: su Anticristo no está dirigida hacia todo público. En sus propias palabras, << ¿Qué condiciones habrán de reunir los que deseen entenderme? Ser íntegro en las cosas de espíritu, […] ; estar acostumbrado a vivir en la cumbre de las montañas, […] Oídos nuevos para una música nueva. […] Conciencia nueva para verdades mudas hasta hoy. […] El respeto a sí mismo, el amor, la absoluta libertad respecto de sí mismo… Para esos he escrito mi Anticristo. Esos serán mis únicos, mis verdaderos lectores, mis lectores predestinados; ¿qué importan los demás? Los demás no son más que humanidad. >>
Una declaración bastante dura (y después de leer el libro considero muy necesaria) que quizá sacudió a más de uno. Incluso me hizo cuestionarme si mi personalidad atinaba en cada punto sugerido por el autor. No atiné en más de uno, he de aceptar, para bien o para… ¿mal? ¿Cómo podría determinarlo?
Blah, ¿qué más da? ¿Quién soy yo para juzgarme?
Podemos descubrirlo. Olvidemos por un momento todo lo que sabemos sobre la moral. Abramos la mente hacia nuevas posibilidades. Para esto, el autor plantea una cuestión que jamás ha dejado de dar vueltas en mi cabeza: la definición del bien y del mal.
— “¿Qué es lo bueno? Todo lo que eleva en el hombre el sentimiento de la potencia, la voluntad de la potencia, la potencia en sí.”
Me pregunto qué querrá definir el autor como potencia. Quizá sea un concepto similar al poder. El poder como cualidad personal del humano; poder sobre sí mismo. Ser capaz de controlar su temple a la hora de tomar decisiones. Eso creo. Aunque me temo que el significado de poder es subjetivo, depende del criterio de quien lo emplea. En algunos casos puede ser desastroso y en otros puede ser benévolo. Dos caras de una misma moneda. Potencia.
— “¿Qué es lo malo? Todo aquello cuyas raíces residen en la debilidad.”
Al parecer Nietzsche atribuye toda dicha a bases bien cimentadas, raíces fuertes. Evitar la debilidad es necesario para evitar el mal. Pero, ¿qué significa ser débil? Se puede ser débil de mente y caer en tentaciones, se puede ser débil de cuerpo y caer al suelo, se puede ser débil de espíritu y caer en la mediocridad; el puente que no soporta el peso de quienes lo cruzan también es débil. ¿Entonces el puente débil es malo? […ideas, ideas, ideas.]
Uniendo ambas definiciones el autor propone como bueno todo aquello que realza el poder y que nace carente de debilidad. Coincido en esta idea. Cualquier obra material o intelectual que valga la pena concebir tiene bases fuertes, convicciones, ideas reales en donde recargar su peso.
Admiro a Nietzsche por haber tenido bases realmente resistentes en sus ideas, capaces de soportar el peso de una sociedad entera en forma de avalancha contra él. ¿Cuántos de nosotros podríamos decir lo mismo? Y es que no es fácil remar contra el río, muchos menos cuando el río se manifiesta como miedo al fracaso, al rechazo, a ser juzgado o no coincidir con la mayoría. O dicho quizá con otras palabras: el miedo a pensar, a decir, a actuar. ¿En verdad existe la libertad de remar contra el río?
— “¿Qué es la dicha? La sensación que experimentamos cuando la potencia crece, cuando nos percatamos de que hemos vencido una resistencia.”
Ahora bien, dichosos aquellos que puedan controlar su poder y vencer las vagas tentaciones que demuestran síntomas de debilidad.
Dejar de tomar alcohol es dichoso. Dejar de fumar tabaco es dichoso. Dejar de consumir cafeína por las mañanas es dichoso. Dejar de sobrepensar las cosas es dichoso. Obrar de manera correcta sin pensar que alguien te observa es dichoso. Entregarse al ahora y dejar de vivir fuera del presente es dichoso. Respetar a tu cuerpo antes de utilizarlo en vano es dichoso. Conectar con tu alma ignorando distracciones sin valor es dichoso. Lo siento, olvidé colocar signos de interrogación en las preguntas. Ayúdame a responder mis dudas. Estamos aquí para pensar juntos.
“Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde.”
Sir Francis Bacon (1561-1626) Filósofo y estadista británico.
Nietzsche declara que existe algo más perjudicial que los vicios, y es el cristianismo. El cual “se compadece de los débiles y los idiotas”. Vaya elección de palabras. Y es que es parte de la idea que trata de comunicar, a pesar de estar o no de acuerdo con ella.
Antes que nada atribuyamos las definiciones previamente planteadas. El cristianismo se compadece de personas desdichadas, carentes de bases sólidas e incapaces de controlar su poder. ¿Poder de mente? ¿Poder de espíritu?
Seguro que esta declaración resulta algo controversial. Por supuesto, eso es parte del impacto que causa el acto de remar en contra del río. Cual flor de amapola solitaria en medio de un campo de batalla desolado repleto de muerte, así me imagino la filosofía de Nietzsche en el contexto de su época. No lo sé, incluso esa forma de imaginar tenga validez en la sociedad contemporánea. Incluso el campo de batalla puede ya no estar desolado. ¿Cómo se encuentra el campo de batalla hoy?
Hasta aquí la primera parte. Considero que plantearnos los puntos básicos del libro es una buena forma de ir dejando la mente destensarse y hacer espacio a nuevas ideas que quizá no estamos acostumbrados a recibir.
Algo similar pasa con cualquier nuevo concepto que llega a tu cabeza: lo queremos desechar de inmediato. El cerebro está tan acostumbrado a regirse por las reglas preestablecidas que cuestionarse la validez de esas reglas resulta incómodo. Pero ese sentimiento es síntoma de que vas por buen camino. Bendita fricción. ¿Será necesaria esa fricción para combatir contra la decadencia humana? El Anticristo nos lo explicará.
Si quieres seguir leyendo más sobre esta obra no dejes de estar al tanto de las siguientes partes. No olvides seguirme en Substack en donde publico muchos más textos con una basta variedad de temas que te pueden hacer volar la cabeza.
Gracias por leerme. Te veo la próxima vez. Paz.
El Anticristo, de Friedrich Nietzsche (1) © 2023 by Josant López Lara is licensed under Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International
wei estas loco !